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viernes, 7 de junio de 2013

Estimado hijo, un libro hecho de retales de emoción

Me permitiréis que use mi blog para "hacer publicidad" de mi último libro, creado junto a mi mujer y escrito junto a muchos amigos, padres e hijos.

"Estimado hijo: lo he hecho lo mejor que he sabido" es una obra que acerca a padres e hijos adolescentes. Plantea las ideas que todos los padres quieren decir a sus hijos pero no saben o no se atreven a plasmar en palabras. Los autores nos hacen reflexionar sobre cómo hacer que nuestros hijos entiendan qué hay detrás de nuestros consejos, de nuestras negativas y de nuestros enfados.
Intenta, en definitiva, ayudar a mejorar la relación entre los padres y sus hijos adolescentes. En la obra se presentan cartas escritas por los padres como una vía de comunicación con los hijos. En ellas se plasman las preocupaciones y los deseos que todos tenemos como padres. También los adolescentes escriben cartas a sus padres y a través de ellas se puede entrever ese complicado mundo en el que los hijos se encuentran en esa etapa de su vida. Los autores nos hacen ver que la comunicación de nuestras preocupaciones por escrito, a través de cartas o utilizando cualquier otra herramienta de las que nos proporcionan las nuevas tecnologías, puede facilitar un acercamiento y evitar el enfrentamiento.

Os dejo algunas perlitas que podéis encontrar en la lectura de este libro:
...está visto que tú y yo hemos de recurrir al género epistolar para poder hablarnos de forma serena y sincera

...una madre nunca puede interferir en que un hijo viva su primer amor

...Tenía un poco de marino y guardaba, de los hombres de mar, ese inconfundible aroma a sal, a viento y a tristeza.

Me perderé la noticia, adivinada quizá, porque hay cosas que no han de explicarse, del primer beso de amor, del primer susurro y el tiempo interminable y hermoso de los suspiros.

...Pero lo que más me encanta y me seguirá encantando el resto de mi vida, es poder ir a sus camas cuando están dormidos (¡o se hacen!), poder abrigarlos y darles un beso. Y por la mañana observar que aún siguen ahí.

"Amor-exia”. Es la lucha constante entre el amor que sientes por el hijo y el odio que genera la patología.

“no hace falta que tenga un hijo,  yo valoro mucho todo lo que mi madre hizo por mí”.

...las cosas no son tan fáciles; cada cultura y cada religión tiene sus costumbres desde hace tiempo

Mientras, estruja las horas, exprímelas hasta el hueso,
Y luego absorbe salvaje hasta el tuétano.

No me da pudor reconocer que, en ocasiones, a lo largo de este tiempo, tuve miedo; ninguno nacisteis con un manual de instrucciones  en vuestras manos,

...si se me permite elegir, lo único que quiero realmente que recordéis es que os he querido con la perfección que jamás quise a nadie

A pesar del tiempo transcurrido, tiembla aun mi mano y  en mi corazón no ha cicatrizado la herida que le produjo tu partida definitiva

... es un día cualquiera, salvo porque hoy voy a hacer algo que, ahora que me paro a pensarlo, creo que no he hecho nunca: VOY A DAROS LAS GRACIAS.

Mis padres y yo nos queremos, nos respetamos, tenemos una relación fantástica. Pero esto no siempre ha sido así.

Y tan sólo comprendo
que en esa figura
se encierra un amor
que durará, y dura.

Y ahora te das cuenta, ahora lo entiendes,… quizás haya que pasar por lo anterior para llegar a lo que tienes hoy.

Espero que esta reflexión pueda servir para que los adolescentes actuales –y sus padres- se apliquen el cuento y sepan a qué atenerse.

Grandes hormigas que habéis cuidado de vuestro hormiguero muy bien. Y no os preocupéis por esta medio cigarra – medio hormiga, porque cada vez es más hormiga.

Me dejas tanto, papá, que no puedo más que saberme un hombre con suerte





jueves, 6 de junio de 2013

CONFUCIO MÁS ACTUAL QUE NUNCA

Si un día, al poner la radio, en la emisora sintonizada, están hablando de que ante la situación de corrupción entre los políticos y una ola de separatismo, se alzan voces proponiendo la educación para todos y la necesidad de que los gobernantes sean moralmente intachables y se conviertan en ejemplo para su pueblo, seguramente pensaría que el debate versa sobre la situación actual de occidente. Sin embargo, esa era la situación de la China del siglo IV a. C. y el ciudadano, que proponía la educación moral universal, era Confucio.
Da "algo" de pesimismo percatarse de lo poco o nada que hemos avanzado. Pero ahí no queda la cosa pues hay que añadir que, salvo durante un corto periodo de tiempo, Confucio fue rechazado por los políticos/señores de su tiempo. Y eso a pesar de que durante el tiempo que fue ministro consiguió que el territorio del príncipe para el que trabajaba (Lu) floreciera y se enriqueciera... pero, eso ya se sabe, suele ser motivo de envidia y censura, más que de ejemplo. De su vida se aprende una deprimente lección: Si tu lucha es el bien, la educación y la justicia, triunfarás... pero sólo cuando hayas muerto.
Afortunadamente, o como consuelo, queda que el nombre de los príncipes que lo rechazaron han quedado para una historia secundaria, mientras que el nombre de Confucio ha permanecido para el que quiera recordarlo.
Supongo que, al igual que le ocurrió a este maestro, en nuestra sociedad fracasará cualquier erudito que hoy intente introducir algo de cordura y honradez entre nuestra clase política.
Por tradición oral familiar me llegó una historia que ilustra nuestra forma de ser (la del ser humano) y que puede servir de apoyo a lo contado anteriormente: Decía mi abuelo que un día paseando junto a la Plaza de Toros de su querida tierra natal, Zaragoza, había visto como mientras la muchedumbre vitoreaba y sacaba en hombros a un famoso torero, por la misma acera paseaba un anciano con bastón que se retiró para dejar paso y al que nadie reconoció: era D. Santiago Ramón y Cajal

Pero, advierto, para los que estén pensando que tengo razón al cargar las tintas sobre los políticos, que en este desastre TODOS tenemos nuestra parcela de culpa. Y lo digo hoy, día 4 de junio de 2013, un día después de que la gran noticia en los noticieros nacionales de ayer fuese que Neyma, un futbolista de 21 años, haya sido fichado por 57 millones de euros y presentado ante 57.000 espectadores que no dudarán en gastarse sus ahorros en una camiseta o la entrada a un partido: "Pan y circo".

Requisitos para hacer un buen trabajo o lo que los profesores deben enseñar y los alumnos aprender

¿Qué es necesario para hacer un buen trabajo? o ¿qué debemos enseñar hoy en día los profesores?
Con la entrada del Plan Bolonia se proponen las competencias como índices que deben guiar las estrategias educativas de los asignaturas con el fin de acercar más el mundo universitario al laboral.
Se trata de que nuestras enseñanzas no sean un fin en sí mismas, sino un medio para adquirir conocimientos y destrezas que el profesional debe utilizar en su quehacer diario.
Siguiendo este principio los contenidos y los métodos pedagógicos que utilizamos tanto en la enseñanza como en la evaluación de las mismas debe permitirnos, por un lado dotar al alumno de estas competencias y, por otro, elaborar un sistema de evaluación que nos permita discriminar si el alumno las ha adquirido o no. Si bien es verdad, que no debemos cargar las tintas en detectar al que no alcanza un nivel, sino ayudarle a que lo alcance o, como dice Manolo (un psicopedagogo famoso por sus "métodos innovadores" de enseñanza), "menos pesar al pollo y más darle grano"
Siguiendo a Pereda, Bernal y Alonso (2011) podemos diferenciar 5 tipos de competencias. La importancia de esta clasificación radica en que cada una precisará de un sistema de enseñanza/aprendizaje/evaluación propio.
La primera competencia es SABER, es decir, contar con unos conocimientos propios de la materia. Para ello, el profesor aporta un material teórico que el alumno deberá aprender y que se evaluará a través de cuestionarios (tipo test, preguntas cortas o de desarrollo). Adquirir conocimientos significa memorizar. A pesar de la "mala prensa" que esta capacidad cognitiva tiene en los medios educativos (lo contrario que en los gerontológicos), es indiscutible que lo que diferencia a un profesional de un lego en una materia es el conocimiento que se tiene de la misma. Si bien es cierto que hoy en día la memorización es menos necesaria gracias a esa "gran memoria externa" llamada internet, el ejercicio de memorizar es indispensable, primero porque sobre algún material debemos volcar nuestras destrezas (un mejor albañil no es capaz de hacer una buena mezcla si no tiene los ingredientes), en segundo lugar porque memorizar nos cambia, nos hace lo que somos y en último lugar porque desarrolla una competencia: la constancia, la perseverancia.
La segunda competencia es SABER HACER, es decir, contar con la capacidad de aplicar esos contenidos aprendidos a problemas concretos. Esta combinación de habilidad y destreza se aprende/evalúa a través de análisis de casos y de las prácticas individuales o grupales. Algunas de estas prácticas las elaborará el alumno fuera de clase, otras requerirán la asistencia a las mismas.
Una tercera competencia es el SABER ESTAR. Tanto como alumno, como como trabajador/ emprendedor, el trabajo se realiza en el seno de un grupo (empresa, organización). Ello requiere adaptarse a la cultura y las normas de estas estructuras. Esta cualidad es más intrínseca al sujeto y se adquiere en ambientes externos al académico, sin embargo, en éste podemos fomentar su  adquisición modelando y moldeando las intervenciones (el comportamiento) en el aula y en las prácticas grupales. Esta evaluación cualitativa, irá acompañada de una cuantitativa a través de la evaluación de rendimiento entre iguales de ciertas habilidades.
Llegamos a la competencia de QUERER HACER, es decir, estar motivados. Esta actitud depende, en parte , de la elección, que haya hecho el alumno, de una carrera acorde con sus intereses (Confucio dijo:  "Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida.") y, en parte, de la labor que haga el profesor de métodos para conseguir crear esa actitud. En este caso será el alumno quien aporte una evaluación de los aspectos positivos y negativos de la docencia. Esta valuación servirá al profesor de feedback, pero, a la vez, comprometerá al alumno en el funcionamiento de la clase y en su propio aprendizaje.
La última competencia es PODER HACER. Esta competencia tiene un doble sentido, el primero (externo al alumno) se refiere a contar con los medios y recursos necesarios. Más que labor del profesor, es labor de la institución educativa dotar de estos medios. La segunda acepción (interna) hace referencia a la personalidad del alumno. Este debe descubrir si su capacidad personal (aptitudes y rasgos) son acordes con las competencias que le exige el trabajo, el perfil profesional. Una orientación del profesor (sincera y valiente) no está de más.
Reunir todos estos elementos nos asegurará que en el alumno se encuentran dos elementos esenciales para realizar un trabajo eficiente en un futuro: la PROFESIONALIDAD y la VOCACIÓN. Más adelante, el alumno deberá descubrir si ha adquirido un tercer elemento: la PASIÓN que engloba el "querer saber" constante e inagotable y el "saber querer" como guía de sus actuaciones.

En resumen, el concepto de enseñanza debe ampliarse dando respuesta a todas las demandas que, posteriormente, en el mundo laboral, se le van a solicitar al trabajador. Ello supone, por un lado que reconozcamos que en el tándem de la formación la enseñanza es importante, pero que el aprendizaje (en el sentido de posición activa del alumno) es lo principal y, por otro lado el profesor debe de dejar de ser SÓLO un transmisor de conocimientos y convertirse en un "hacedor" de situaciones de aprendizajes.