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domingo, 1 de diciembre de 2013

SI FUESEMOS MENOS IMBÉCILES Y MÁS EGOISTAS

Invertiríamos más en la Tercera Edad, exigiríamos políticas más “solidarias”, “más justas” con los mayores, con los, porqué no llamarlos, “ancianos”.
Porque, si tenemos suerte, todos llegaremos a esta etapa de la vida que ahora significa volver a penurias económicas y servicios que muchas veces conllevan una carga de falta de respeto y trato denigrante que no queremos para nosotros.
Si se me permite soñar, sueño con unos presupuestos que permitan abandonar el sistema de residencias, casi sinónimos de servicios sanitarios-hospitalarios, “cementerios de elefantes”, en los que se “mantienen” a los residentes o se las trata como niños pequeños, se le infantiliza, sin capacidad de decisión. Y eso en el mejor de los casos, pues también nos podemos encontrar con personal nada cualificado que ni saben, ni saben hacer, ni quieren saber, ni tienen la sensibilidad o capacidad humana de empatizar o respetar.
Si se me permite seguir soñando, sueño con una residencia que no lo parezca, que se confunda con un barrio de mayores, con calles peatonales y en la que los bloques residenciales, pseudohospitalarios, se cambien por apartamentos adaptados que permitan compatibilizar toda la independencia posible (modificando en lo mínimo la vida anterior al acogimiento) con medidas de seguridad y de asistencia sanitaria que permitan al residente vivir sin sobresaltos y con el apoyo social que demanda.
Si se me permite soñar, ser egoísta, quiero que se me trate como un adulto y no como a un “retro-niño” por el hecho de dejar mi casa de alquiler y vivir en una residencia.
Sé que tarde o temprano no recordaré, estaré desorientado e, incluso, ya me importará un bledo el resto del mundo, pero hasta entonces quiero (y lo hago como la voz del que ya es anciano) que me traten como una persona adulta, digna, capaz.
No nos engañemos podemos ponernos prótesis mamarias, tratamientos de botox, proteínas, sesiones de gimnasio… pero al final nos vencerá la edad y nos llenaremos de arrugas y artrosis, por no citar la maldita demencia.

Así que seamos menos imbéciles y más egoístas.