Hacerse grande ante la
adversidad o encontrar las luces en la oscuridad.
A todos, insisto A TODOS, nos ocurren cosas negativas en
alguna ocasión (casi se podría decir que constantemente). Tenemos dos opciones:
fijarnos SOLAMENTE en las consecuencias negativas con lo cual reafirmaremos
nuestro pesimismo o buscar (y darnos permiso para encontrar) algún aspecto
positivo por pequeño que sea. Al pesimista le costará reconocer que le ha
pasado algo mínimamente bueno. Recuerda que cambiar tu forma de pensar es como
buscar un nuevo camino para llegar a tu trabajo cuando te encuentras el viejo
camino cortado, requiere que estés atento a tus maniobras y a no caer en la
rutina de seguir el antiguo camino. Ese ya sabes que no te llevará a ninguna
parte
Siempre digo que tengo dos fechas
de nacimiento: la que viene en el DNI, que coincide con el nacimiento biológico
y el 4 de julio de 2009 cuando me libré de morir cuando me “atropelló” una moto
de agua mientras practicaba pesca submarina. Lo primero que me dijo el
traumatólogo de urgencias fue que era el primer accidentado por una moto de
agua que llegaba vivo (parece ser que los anteriores habían sufrido
traumatismos cráneo encefálicos irreversibles). La radiografía del brazo con el
que paré el golpe (el impacto de la quilla de la moto acuática) reveló que el
radio se había fracturado en una zona en la que se había dividido en numerosos
pequeños fragmentos (irrecuperables), también se evaluó que la muñeca se había
desplazado y que el hombro (huesos y músculos), posiblemente, había sufrido
alguna lesión. El mundo se me vino abajo. A mi edad y con la gravedad del golpe
no me aseguraban una recuperación total y si afirmaban que sufriría de cierta
pérdida de movilidad y de una pseudo-artrosis en la muñeca.
La operación fue bien: una placa
de acero y 7 tornillos… y esperar que el hueso soldara. Cinco meses de
inmovilidad con un cabestrillo, que podía quitarme a ratos, me causaban dolores
en el hombro y la espalda (estos ya no se perderían del todo). Y a los 5 meses
una radiografía reveló que el hueso no soldaba porque la placa que me habían
puesto se había partido (se da un caso entre miles). Y a empezar de nuevo.
Operación, placa nueva más grande, nueve tornillos y factor de crecimiento…
esta vez me aconsejaron que moviera el brazo desde el principio… “aunque los
meses que ha estado sin moverlo le pasarán factura –me avisó el doctor- no creo
que consiga una recuperación total”… a ello siguieron varios meses de rehabilitación
fisioterapéutica dolorosa. Se acabó el deporte, las excursiones, la pesca
submarina, mi forma de vida… O NO. Un día (o quizás fue poco a poco) me di
cuenta que había que hacer las cosas en el momento de pensarlas, no porque
pudiera hacerlas en ese momento, sino porque no sabía si podría hacerla en el
futuro. Así que sin terminar la rehabilitación del todo (sigo con una pequeña
limitación de rotación de la muñeca y dolores en antebrazo, hombro y muñeca
periódicos), me cogí una mochila y me fui a recorrer parte del Camino de
Santiago en solitario (llevaba muchos años que, como mucha gente, me prometía
hacerlo el año que viene). Cuando volví comencé a hacer deporte, volví a pescar
ese verano y me hice el curso de buceador. Desde entonces me he sacado el
carnet de motos, he corrido varias carreras y hasta una Spartan. Seguramente si
no hubiese tenido el accidente, seguiría dejando para más adelante todos los
proyectos.
Así es la vida, así debes verla, hasta de los
peores momentos (que ya no puedes eliminar o cambiar) puedes sacar algo bueno,
solo hay que abrirse, no avergonzarse de ello. Puede ser que aprendieses de la
experiencia, que te hiciera más humano, que descubrieses un acto de bondad en ti
o en otros que acompañara esos malos momentos.
Tuve un paciente con trastorno de
estrés postraumático. El avión en el que iba se estrelló. En el accidente
perdió el conocimiento y, cuando despertó, aún permanecía en el avión
siniestrado. Tenía el tabique nasal roto, así como una tibia. Además permanecía
atrapado por el asiento de delante y a su lado, el pasajero con el que había
intercambiado algunas palabras al comenzar el vuelo, permanecía a su lado…
muerto.
Después de algunas sesiones le
pregunté “Y de todo estos, ¿qué has sacado de bueno?” Su rostro lo expresaba
todo, “¿cómo iba a sacar algo bueno de aquella tragedia?. Había estado a punto
de morir, tenía dificultades para respirar, así como para andar, probablemente
perdería su trabajo que acababa de conseguir, no era capaz de subirse ni
siquiera en un coche sin sentirse angustiado, le costaba dormir, ideas e
imágenes le asaltaban constantemente (bueno, después de varias sesiones, ya iba
mejorando, afortunadamente). Le pregunté si ahora se conocía más a sí mismo, si
ahora sería capaz de comprender a alguien que le contase que sentía miedo a
subirse a un coche, si se sentía más humano. A las tres preguntas me respondió
afirmativamente.
En la siguiente sesión me confesó
que había estado dándole vueltas a la cuestión y que se había dado cuenta que
la experiencia le había permitido saber quienes eran sus verdaderos amigos y lo
que quería a su novia.
Mi paciente se casó, encontró
otro trabajo… y volvió a subirse en un avión.
Ha llegado el momento de que ejercites la capacidad
de encontrar algunas luces en la inmensa oscuridad. Escribe algo adverso,
triste, negativo que haya pasado en tu vida. Escribe cómo te cambió la vida. Ahora
escribe cómo te cambió la vida para bien (más conocimiento, desarrollo, empatía…).
Ahora escribe lo que te pasó teniendo en cuenta esto último. ¿Hubo alguien a tu
alrededor que te ayudase?, ¿Te sorprendió cómo manejaste el asunto o cómo sabes
que lo harías ahora?